Compartir algunas de las lecturas que han dado sentido a mi vida como lector durante 2017, más allá de las obras y los autores de Plataforma, es un recordatorio de que los libros nos invitan a compartir y de que leer es vida.
¡Qué delicia viajar por el mundo acompañando a Alexander von Humboldt!
Una mala baba de gran calidad literaria. «[…] A fuerza de revolver las emociones, la necesidad se convierte en amor, como la leche en mantequilla.»
Maravilloso, inteligente, divertido, lo mejor del año; un libro para entender dónde estamos y por qué. Aunque el primero es mucho mejor, ambos son absolutamente admirables.
Un libro para hablar de la renta básica universal.
Una autobiografía que te deja leyendo con el corazón encogido. París, 1942. Infancia y juventud.
Es como afeitarse sin crema y con una cuchilla roma. Te dice una verdad que te deja la piel hecha trizas. Haber conocido la violencia es así. Inteligentísimo.
· El rastre blau de les formigues, Ponç Pons Giménez, Quaderns Crema
Hay tanta poesía en esta prosa que es lo más parecido a ir en una alfombra voladora que han tejido solo para ti. Reencuentro con cosas que deseas leer.
Difícil, magistral y maravilloso. La mejor lectura del año. «Comprender el contexto es comprender el mundo».
Bello, duro, triste. Para tener una familia así, muchos se quedarían con la propia (aunque a esta también terminas queriéndola).
La vida propia pospuesta. Una manera de vivir en el desierto de los tártaros, pero aquí de manera más entretenida, aunque siempre en soledad.
Dos viejos combaten la soledad. Y no les dejan los que más deberían quererles.
Cuenta una historia en la que leer (o vivir, sin poder defenderte) tiene un precio desmesurado. Es como si te arrancasen una muela sin anestesia. Pero es una lectura bellísima y durísima. KO y en la lona.
Le iría muy bien esta lectura a muchos hombres. Hermoso, sincero, honesto. Madame Curie (que ya es mucho) y muchísimas cosas más.